5 historias impactantes que nos han conmovido en el 2020

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El 2020 ha sido un año particularmente adverso para la población migrante y refugiada. Muchos venezolanos que durante los últimos años han llegado a Colombia en busca de un mejor futuro se han encontrado con una dura realidad así como con perspectivas de gran incertidumbre. En este contexto, la pandemia del Covid-19 se ha añadido como uno de los factores que más han generado estrés y angustia en medio de una situación que ya era por sí misma bastante difícil para la población venezolana.

Cuando la pandemia golpeó a Colombia en el mes de marzo, las autoridades gubernamentales implementaron medidas estrictas de confinamiento que tuvieron un gran efecto en la economía. Muchos de los migrantes y refugiados venezolanos que dependían de actividades de empleo informal se quedaron sin recursos y sin apoyo.

En medio de las limitaciones y la falta de un apoyo más decidido por parte del gobierno colombiano, algunos emprendieron un viaje de regreso hacia Venezuela y otros continuaron su camino hacia otros destinos como Perú o Ecuador. Sin embargo, en Colombia permanecen más de 1.700.000 refugiados y migrantes venezolanos, la mayoría de ellos parejas jóvenes con hijos que tienen grandes dificultades para integrarse en una economía que se encuentra en una de las peores recesiones de la historia y que justo ahora parece ofrecer ninguna o muy pocas oportunidades.

En esta coyuntura, que no solo ha afectado a Colombia y la región, y que las Naciones Unidas han definido como el desafío más grande que la humanidad enfrenta desde la Segunda Guerra Mundial, han aflorado historias profundamente desgarradoras que nos han conmovido por su crudeza, pero que también nos han mostrado la resiliencia y la fortaleza de muchas familias que ante este tiempo y realidad excepcionales no se dan por vencidas. Muchas de las personas a las que Bethany ha apoyado nos han compartido historias que dan cuenta de las necesidades y carencias profundas que enfrentan las familias venezolanas en Colombia. Hoy queremos compartir cinco de estos impactantes relatos:

Manuel, un adulto mayor que anhela el encuentro con su familia

Manuel es un adulto mayor que no tiene donde pasar la noche debido a que se encuentra desempleado. Ha tenido que pasar varias noches durmiendo en parques públicos de Bogotá en la localidad de Mártires. En sus caminatas por los barrios y las calles de la ciudad le robaron sus pertenencias y el celular donde tenía los datos de sus familiares. Poco tiempo después fue encontrado por la Secretaría de Salud de Bogotá en una de sus jornadas de atención.

Los funcionarios de la Secretaría de Salud lo llevaron a un albergue donde está recibiendo alimentación y techo. Sin embargo, Manuel no ha podido comunicarse con su familia debido al robo de su celular. La imposibilidad de comunicarse con los suyos y el estrés provocado por la cuarentena en medio de la pandemia lo llevaron a la desesperación y a pensar en quitarse la vida. Afortunadamente no lo hizo. Bethany le brinda atención psicosocial y ha dejado un mensaje a su familia en las redes sociales, ellos esperan comunicarse pronto con él, revivir los encuentros familiares y sacarlo por fin de las calles.

Aldemar, un joven padre que lucha por el presente y futuro de sus hijas

Aldemar es un joven venezolano que vive en la localidad de Santa fe con sus tres hijas. Desde el mes de marzo, cuando iniciaron los confinamientos para contener la pandemia del Covid-19, se encuentra desempleado, por lo cual no puede brindarles una alimentación adecuada. Él y ellas apenas comen una vez al día.

La esposa de Aldemar no está con él en este momento, ya que tuvo que viajar a Venezuela debido a la muerte de un hermano. Por esta razón Aldemar tiene que hacerse cargo de sus hijas solo, frecuentemente acudiendo a labores informales y a la poca ayuda que obtiene de algunos vecinos. Además de la falta de comida, la familia enfrenta la posibilidad inminente de desalojo de la habitación donde viven por el no pago del arrendamiento, situación que les ha generado a Aldemar y a sus hijas un gran estrés y desesperación, sentimientos que se suman a la soledad por la no presencia de su esposa y madre.

Bethany conoció el caso de Aldemar y a apoyado a la familia con mercado y remitiendo su caso a Save The Children para que reciban apoyo económico, de manera que puedan contar con condiciones de habitabilidad y de higiene dignas.

Sonia encuentra esperanza y apoyo para su familia

Debido a no contar con los recursos necesarios para pagar por el arrendamiento de una vivienda, Sonia, una mujer migrante originaria de Venezuela que es cabeza de familia, tuvo que enfrentar el desalojo y un trato hostil por parte de su arrendatario. Sin embargo, en medio de la adversidad ella no perdió la fe. Con la ayuda de Bethany obtuvo apoyo para alojarse temporalmente en el Centro de Atención al Migrante de Cúcuta.

Hoy Sonia es beneficiaria del programa de apoyo con arrendamientos y ha podido reubicarse en mejores condiciones en una nueva vivienda con su familia. Ella manifiesta que ahora su familia se siente más feliz y con una perspectiva más positiva del futuro. Sonia y su familia participan de los talleres de economía doméstica ofrecidos por Bethany y aspiran a tener un negocio sostenible muy pronto. Ella sabe que a pesar de la adversidad no puede rendirse ante la realidad y sus circunstancias. El futuro aún presenta sus propios desafíos, pero Sonia y sus hijos avanzan con esperanza y una actitud valiente en medio de todas las dificultades.

Patricia, una luz en el camino luego de años de grandes sufrimientos y limitaciones

Patricia es una mujer venezolana que ha huído de la crisis social y económica que aqueja a su país, además de las situaciones de acoso que afrontó durante años en su empleo. Ella tiene a su cargo a sus dos hijos y a su madre. Las condiciones de vida que afronta no son fáciles, pues su madre sufre de Alzheimer y su hijo menor sufre a causa de una discapacidad cognitiva de nacimiento.

Al llegar a Bogotá sus condiciones no mejoraron, ya que afrontó problemas de depresión y de ansiedad. Se instaló en un apartamento propiedad del jefe de su esposo, pero allí sufre debido a los abusos verbales y la explotación laboral de su patrón.

El esposo de Patricia también afronta grandes dificultades para satisfacer las necesidades básicas de la familia y pagar por el arrendamiento. Sin embargo, Patricia encuentra la ayuda de Bethany al asistir a una iglesia cristiana, donde se imparten talleres psicosociales.

Gracias a la ayuda brindada por Bethany, Patricia ahora es beneficiaria del Proyecto de apoyo a vivienda, el cual le brinda apoyo para un arrendamiento de largo plazo y así mejorar en gran medida su situación económica y familiar. En un principio Patricia y su esposo pensaron que la ayuda del programa iba a ser solamente para unos cuantos días, pero se sorprendieron gratamente al poder confirmar que la ayuda iba a durar varios meses. Ahora Patricia, su esposo, su madre y sus hijos han mejorado en gran medida sus condiciones de habitabilidad y miran el futuro con gran esperanza.

Stephany, una madre que da todo por sus hijas

Stephany es una mujer colombo-venezolana, ella tiene 26 años y tiene a su cuidado a sus cuatro hijos. Su primer hijo lo tuvo a la edad de 14 años y desde entonces ha luchado en medio de la informalidad para sostenerse a sí misma y darle a ellos lo necesario.

Después de tener a sus dos primeros hijos se marcha a Venezuela huyendo del padre de estos, pues él la maltrataba física y psicológicamente. En Venezuela encuentra trabajo en un almacén de frutas y verduras, sus condiciones económicas parecen mejorar momentáneamente, pero luego de tener a sus dos hijos menores, la crisis social del país empeora y empieza a quedarse sin recursos, lo que la obliga a regresar a Colombia.

Ahora, día tras día Stephany ingresa a los buses de Transmilenio realizando ventas informales para así tener con qué darle de comer algo a sus hijos. Sin embargo, tras la llegada de la pandemia y los confinamientos ordenados por la Alcaldía para contenerla, sus ingresos disminuyen drásticamente. Pero ella no se rinde, sus hijos lo son todo para ella, su mayor alegría y orgullo, y los que le dan la motivación necesaria para ponerse en pie cada día.

Hoy Stephany hace parte de un grupo de madres gestantes y lactantes que la ponen en contacto con Bethany para recibir ayuda humanitaria básica. Stephany ve así una luz de esperanza en medio de su situación y muestra su agradecimiento por la ayuda recibida.

Todas estas historias, las de Manuel, Aldemar, Sonia, Patricia y Stephany, y muchas otras más que Bethany ha conocido a lo largo de su labor de apoyo, comparten un denominador común, situaciones de carencia, dolor, soledad, impotencia e incluso abusos e injusticia, pero al mismo tiempo son el testimonio de que por duras que sean las circunstancias siempre es posible encontrar razones para soñar con futuro mejor. En Bethany nos sentimos orgullosos de contribuir a que eso sea posible.