Cruzando la frontera para sobrevivir a toda costa

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Miles de migrantes y refugiados venezolanos llegan a Colombia cada mes en busca de un nuevo futuro para ellos y sus familias. En Colombia ellos hallan un refugio y entorno seguro que les permite volver a iniciar su proyecto de vida y restablecer sus perspectivas de futuro.

Las historias de los migrantes venezolanos son múltiples y variadas, y algunas de ellas son profundamente conmovedoras. En su trabajo con migrantes y refugiados que pasan por la frontera colombo-venezolana, Bethany ha podido reconocer muchas de estas historias y visibilizaras. Es así como se conocen historias como las de Yeniré, quien actualmente tiene 31 años, hace 10 años tuvo a su primera hija Rachel. Yeniré también está a cargo de otro hijo, y su sobrina. Ellos llegaron a Colombia desde el Estado Portuguesa de Venezuela.

La hija de Yeniré no puede caminar, su condición médica ha sido todo un desafío para la familia. Estando en Venezuela, de repente a Rachel le dio una fiebre y tuvo su primera convulsión. Rachel convulsionaba de 80 a 150 veces por día, duró 4 meses en hospitalización, los doctores le diagnosticaron el síndrome de West (”espasmos musculares que afectan la cabeza, el torso y las extremidades de un niño”).

En el 2015 la situación económica en Venezuela empeoró gravemente y las familias se vieron enfrentadas con una pobreza nunca antes vista en la historia del país. Hubo desabastecimiento de medicamentos en el país, por la deuda del Estado con la industria farmacéutica. Las medicinas eran muy costosas y difíciles de conseguir, Yeniré debía hacer cola durante 3 días para poder comprarlas. Sin embargo, en algunas ocasiones no conseguía los medicamentos a pesar de haber hecho la cola.

Cuando Rachel cumplió 6 años, Becsy, la hermana de Yeniré, le sugiere que se vayan a Colombia, con el fin de conseguir los medicamentos y velar por la salud de la hija de Yeniré. Ellas salieron de su casa caminando, luego de varios días, pasaron la frontera y siguieron por las trochas, las primeras veces pagaban una habitación por noche para no tener que dormir a la intemperie.

Al llegar a Colombia, las hermanas consiguieron rápidamente un trabajo y un lugar donde vivir, Yeniré trabajaba de día, en una peluquería hasta las seis de la tarde y su hermana trabajaba de noche, vendiendo comida rápida, hasta las once de la noche. Esta era una situación que les permitía turnarse para cuidar de los niños y les permitía una relativa comodidad en sus vidas.

Sin embargo, la situación de Yeniré y Becsy empeora con la pandemia del Covid19. Los alimentos escasean y Rachel empieza a adelgazar y a decaer en su estado de salud. A partir de ahí, la familia busca ayuda para poder satisfacer sus necesidades diarias y velar por la salud de la niña. Es entonces cuando encuentran apoyo médico y psicosocial en Bethany, lo cual les permite comenzar a hacer frente de nuevo a sus problemas económicos.

Sin embargo, una noche Rachel empieza a presentar problemas de salud y convulsiones. Rápidamente, Yeniré y Becsy llevan a Rachel al Policlínico, pero desafortunadamente no logran que la atiendan de inmediato. Es entonces cuando deciden acudir a la doctora Vanesa, una integrante del equipo de ayuda de Bethany que inicialmente había gestionado el caso de la familia para que pudieran obtener ayuda humanitaria en medio de la pandemia. Ella logra que se gestione rápidamente el caso y se le brinde atención médica oportuna a Rachel. El problema, según informaron los médicos, es que Rachel estaba bronco aspirando, ingería los alimentos pero una parte de ellos se iba a sus pulmones. Los médicos tuvieron que hacerle una gastrostomía a la niña de manera que pudiera volver a consumir los alimentos de forma normal.

El resultado de la operación fue positivo. Rachel volvió a comer bien y las convulsiones terminaron. Ahora Becsy y Yeniré miran al futuro con esperanza, buscando brindarle un mejor futuro a Rachel, su hija y sobrina, así como al hijo de Yeniré y la hija de Becsy. Ellas afirman que nada de lo que les ha sucedido es una casualidad y ven la historia de Rachel como un hito de coraje y valentía que las anima a continuar adelante a pesar de todas las adversidades por las que han tenido que pasar.