¿Cuál es la realidad de los migrantes venezolanos en Colombia y América Latina?

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La grave crisis económica, social y política que experimenta Venezuela ha llevado a que millones de personas huyan del país con la esperanza de encontrar un futuro mejor en otros destinos. El saldo de esta crisis es el mayor flujo migratorio del que se tenga registro en el hemisferio occidental en décadas.

Con 1.748.716 migrantes, según datos de Migración Colombia para el mes de junio de 2020, Colombia, como destino más cercano, encabeza la lista de países receptores de migrantes venezolanos a nivel continental. Sin embargo, otros países de la región también han visto un alto flujo migratorio. Perú había recibido 768.000 venezolanos, Chile 288.000 y Ecuador 500.000, según las cifras de ACNUR, La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. (Las cifras de estos países corresponden a los datos entregados por la entidad a los medios de comunicación en junio de 2019, por lo que a la fecha el número de migrantes podría ser mucho más alto, dado el empeoramiento que la situación ha visto como consecuencia de la crisis del coronavirus en 2020).

En Colombia el ascenso del flujo migratorio empezó a registrarse con mayor intensidad desde 2017, cuando las cifras de migrantes venezolanos residentes en Colombia saltaron de 53.700 en 2016 a más de 400.000 en 2017. Para el año 2018, los venezolanos que habían llegado a Colombia eran 1.174.743, en 2019 fueron 1.771.237, alcanzando el registro más alto en el mes de mayo de 2020 cuando la cifra ascendió a 1.825.687.

De los actuales 1.748.716 migrantes venezolanos residentes en Colombia, 762.857 han regularizado su situación, obteniendo el permiso especial de permanencia expedido por Migración Colombia, el cual les permite el acceso al trabajo formal, mientras que 985.859 venezolanos no han regularizado su situación en el país.

Los venezolanos en Colombia, por edades

A partir de los datos que Migración Colombia ha puesto a disposición del público, hemos podido ver que la migración de ciudadanos venezolanos hacia Colombia es un fenómeno que se da en gran medida entre los jóvenes mayores de edad. Así se observa que los venezolanos entre los 18 y los 30 años que viven actualmente en Colombia conforman el 36.25% ( 633.881) del total de los migrantes venezolanos residentes en el país. Otras de las cifras ofrecidas por esta entidad indican: 7% (134.839) son menores de cuatro años, 16.24% (284.000) son niños y adolescentes (menores de 18 años y mayores de cuatro años), 21%, 379.764 personas, son adultos jóvenes (de entre 30 y cuarenta años), 15.5% , 270.994, son adultos de la mediana edad (de entre 40 y 60 años), 1.82% son personas entre los 60 y los 70 años, y un 0.76% , 13,265 personas, corresponde a población de la tercera edad, mayores de setenta años.

Los datos demográficos recogidos hasta la fecha indican que la necesidad de migrar ha afectado de manera muy similar a hombres y mujeres, con 863.610 mujeres venezolanas residentes en Colombia, siendo estas el 49,4 % del total de los migrantes y con 885106 hombres venezolanos residentes en el país, siendo ellos el 50,6% del total.

Destinos de los venezolanos en Colombia

De la misma manera, el informe semestral de Migración Colombia nos brinda una perspectiva geográfica de los destinos migratorios de los venezolanos en Colombia, ayudando así a una comprensión más precisa sobre la ubicación de las comunidades migrantes. De esta manera hoy sabemos que Bogotá sigue siendo la principal ciudad destino con 343.169 venezolanos (el 19.62% del total) viviendo allí. Otros destinos importantes son: Cúcuta (con 103.254 venezolanos residentes), Barranquilla (95.491), Medellín (87.942), Cali (60.452), Maicao (52.645), Cartagena (52.645), Rioacha (48.464), Santa Marta (41.507), y Bucaramanga (40.133).

Por departamentos los destinos más importantes son: Norte de Santander (con 197.979 migrantes), Atlántico (161.313), Antioquía (153.937), Guajira (153.600), Santander (108.614), Cundinamarca (94.498), Valle del Cauca (90.457) y Magdalena (89.280).

Los datos presentados parecen solo cifras que se suman en una estadística oficial. Sin embargo, cada migrante tiene una historia particular con sus propias peculiaridades y carencias que nos dan cuenta de un desastre humanitario de difícil comparación en la historia de América Latina. De acuerdo al Banco Mundial: “La migración venezolana es un fenómeno sin precedentes en la historia del continente. La migración venezolana es la mayor movilización humana de la historia reciente de la región. Los migrantes huyen de la crisis humanitaria y económica que ha deteriorado la seguridad ciudadana y los estándares de vida en ese país.

Según la ACNUR, cada día entre 4.000 y 5.000 venezolanos salen del país, la mayoría a pie, a un destino incierto, pero con la esperanza de un mejor futuro para sus familias. Su movilización está cambiando el rostro de América Latina y el Caribe para siempre”.

Restricciones a la regularización y xenofobia

La crítica situación provocada por esta oleada migratoria ha llevado a 11 países de la región a aumentar los requisitos de ingreso a los migrantes y refugiados venezolanos, lo que no detiene el flujo, pero sí su regularización. En este escenario, al disminuir el proceso de regularización, las oportunidades de vida tienden a volverse más precarias, lo que agrava la crisis humanitaria por fuera de las fronteras de Venezuela.

Uno de los países que ha hecho más estrictos los requisitos de regularización es Perú. Ya son unos 870.000 los migrantes venezolanos que han atravesado 4.500 kilómetros para llegar a ese país, y según un nuevo informe del Banco Mundial las soluciones empiezan por la integración de los migrantes en la fuerza laboral y el aprovechamiento de su potencial para impulsar nuevas oportunidades para las economías locales.

Sin embargo, existen muchos mitos en relación con los venezolanos en la región que alimentan una creciente xenofobia e impiden su inclusión. Dentro de estos mitos podemos encontrar los siguientes: “Si cerramos las fronteras no entran más”; “Todos los venezolanos que están en mi país son delincuentes”; “Mi país no puede albergar tanta gente”; “Los venezolanos nos vienen a quitar el trabajo”.

“Las percepciones negativas hacia la población venezolana son muy fuertes en los países receptores, y son susceptibles de acrecentarse”, según un estudio del Banco Mundial que se basa en encuestas de opinión presentadas en el Proyecto de Opinión Pública de Latinoamérica de la Universidad de Vanderbilt.

Costos de acogida e integración en la sociedad

Pero la xenofobia no es el único problema que enfrentan los migrantes venezolanos en los países de destino. La falta de políticas estatales de estas naciones para su integración también se configura como un desafío de gran envergadura. Los líderes políticos frecuentemente se quejan de los costos de acogida y en algunos casos la población venezolana que llega a estos países termina siendo usada como el chivo expiatorio para explicar los problemas estructurales que estas naciones enfrentan. Así, la negligencia estatal para abordar situaciones como el desempleo, la delincuencia y la falta de recursos terminan siendo opacadas con frases como: "El desempleo se ha agravado por el flujo migratorio", "Los problemas de inseguridad se deben a la llegada de los venezolanos" o "hemos tenido que gastar más recursos para salud y educación en los migrantes".

En Ecuador los costos de acogida de la población migrante ascendieron a más de 500 millones de dólares durante el último año fiscal. Esto llevó a que el presidente de este país, Lenín Moreno afirmara en 2019: "esta situación está superando la capacidad de acogida de nuestro país."

Para Alberto Ramos, jefe del equipo de investigación de Goldman Sachs para América Latina, que se produzca un fenómeno migratorio tan masivo en tiempos de paz es algo negativo para las economías de los países receptores: "Tienes que cuidar y alimentar a esta población desplazada, lo que genera presiones sobre los servicios sociales desde el momento en el que llegan hasta que se encuentren plenamente integrados en esas sociedades".

En el caso de Colombia, esta situación llevó al gobierno a anunciar en marzo un ajuste de sus metas de déficit fiscal (la diferencia entre lo que el estado gasta e ingresa en sus arcas cada año) a mediano plazo, aunque posteriormente -en junio- el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, aseguró que las metas de 2019 y 2020 permanecerán inalteradas. Pero esto no significa que la situación de los migrantes no haya sido demandante para el estado colombiano, solamente en el 2019 el gobierno colombiano gastó 1500 millones de dólares (el 0.5% del PIB) para atender a los migrantes venezolanos.

Los mayores costos en Colombia en cuanto a la atención a la población migrante se han dado en el sistema de salud. Según Felipe Muñoz, gerente de Frontera con Venezuela de la Presidencia de Colombia, "se presentaron 2.400.000 atenciones médicas en los últimos tres años para migrantes venezolanos. Ha habido más de 25.000 niños de madres venezolanas nacidos en Colombia y atendidos de manera gratuita. Se les han aplicado más de 1.200.000 vacunas".

Una gran necesidad y una esperanza

Si bien el gobierno colombiano ha hecho un gran esfuerzo para atender a la población venezolana que llega a Colombia, la atención en salud, la educación y demás servicios que el estado brinda no son las únicas necesidades que afrontan los venezolanos al llegar al país. Aspectos críticos como el empleo, el acceso a vivienda y a una adecuada alimentación siguen siendo parte de la lista de carencias que cientos de miles de venezolanos tienen que enfrentar cada día.

Muchas de estas historias, de familias venezolanas sin vivienda, de padres que no encuentran cómo darle de comer a sus hijos, de madres desempleadas que luchan desesperadamente para sortear cada día las necesidades de sus hogares, han sido registradas por Bethany al tiempo que se ofrece un apoyo básico.

Y mientras la crisis humanitaria sigue, Bethany Colombia, así como muchas otras organizaciones que trabajan en el país, continúa entregando ayuda básica esencial al tiempo que facilita los procesos de integración en el mediano y largo plazo de los niños, niñas , adolescentes y sus familias que se encuentran con necesidades críticas, en situaciones de grave vulnerabilidad y que esperan que el mañana sea un poco más brillante y esperanzador que lo que ha sido el día de hoy, pues sabemos con certeza que aunque los estados los vean como un costo, la realidad es que ellos quieren prosperar y contribuir a forjar nuevas realidades y oportunidades en sus sitios de destino. Todo este proceso, Bethany lo ha llevado a cabo gestionando cada caso de forma individual por medio de un equipo profesional de atención psicosocial y prestando especial atención a las necesidades de cada una de las personas y familias que se benefician de nuestros programas.