Los rostros de la resiliencia. Sirviendo a los refugiados en todo el mundo

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Alrededor del mundo, la violencia, la persecución y la pobreza han obligado a casi 80 millones de personas a abandonar sus hogares. Los refugiados tienen muchas historias y antecedentes diferentes, pero todos comparten las mismas necesidades: comida, refugio, seguridad y el apoyo de los demás. En tres continentes, el personal de Bethany trabaja para satisfacer estas necesidades, ayudando a los refugiados a recuperarse de los traumas que han tenido que enfrentar, bien sea por la guerra o las crisis económicas, y a reconstruir de nuevo sus vidas en los países de acogida.

Para conmemorar el Día Mundial de los Refugiados, compartimos algunas de estas historias.

Nota: *Algunos nombres se han cambiado por motivos de privacidad.

Etiopía

En Etiopía, Bethany atiende a refugiados del vecino Sudán del Sur. Según Aleaf Gebreamlak, una trabajadora social de Bethany en el campo de refugiados de Pugnido, la pandemia ha hecho que la vida de los refugiados en esa zona sea extremadamente difícil, incluso más difícil de lo que ya era. En el campamento, Bethany capacita a refugiados voluntarios para ayudar a otros refugiados a lidiar con el estrés postraumático ocasionado por la guerra y a reconstruir sus vidas por medio del emprendimiento de nuevas actividades económicas y comunitarias.

Dak Both es un refugiado voluntario que ha recibido formación como consejero. Both dice: que “el brote del COVID-19, los conflictos entre los refugiados y las comunidades de acogida y la restricción de movimiento han provocado estrés e incertidumbre. Muchos [refugiados] de Sudán del Sur están desesperados”.

“Mis colegas y yo nos dedicamos a restaurar el bienestar mental de nuestra comunidad”, agrega Both. Además del asesoramiento, los voluntarios organizan actividades comunitarias como representaciones teatrales y canciones para difundir información y para hacer conciencia sobre la salud mental y preparar a los niños, niñas y adolescentes para enfrentar los obstáculos de la vida. En África, las canciones ayudan a mantener unidas a las comunidades y a transmitir la moral y las tradiciones a las generaciones futuras.

Martha y sus seis hijos han estado viviendo en el campo de refugiados de Pugnido durante siete años.

En 2014, huyó de un conflicto violento en su país de origen, Sudán del Sur, a Etiopía. La pandemia complicó aún más la vida de esta madre soltera, por lo que la ayuda externa de organizaciones como Bethany y la ACNUR es vital para ella.

“No tener apoyo social, movimientos restringidos y falta de seguridad nos ha hecho vulnerables”, dice Martha. “Como resultado, me sentí desesperada y estresada. Pasé varias noches sin dormir, perdí el apetito y me aislé de los demás. Estos cambios continuaron durante un mes. Mi salud se deterioró y me volví más agresiva. Ni siquiera podía realizar algunas tareas domésticas básicas. Era una situación muy incapacitante”.

Un día, Martha vio a los voluntarios de Bethany dirigiendo una reunión comunitaria en su aldea. Ayudaban a los refugiados a encontrar apoyo para recuperarse de los efectos mentales del trauma de la guerra. Decidió hablar con uno de los voluntarios, quien la puso en contacto con un psicólogo de Bethany.

“El psicólogo escuchó todos mis problemas y desarrolló un plan para abordarlos paso a paso”, dice Martha. “Me di cuenta de que no era la única persona que sufría de esos problemas¨. Con la ayuda de Bethany, Martha aprendió formas de afrontar sus desafíos e incluso estableció un grupo de apoyo para ayudar a otros en el campamento.

La trabajadora social Aleaf Gebreamlak está encantada de ver cómo Bethany está marcando la diferencia en estas comunidades de refugiados. “Veo miedo, impotencia y confusión en sus ojos, pero también esperanza”, dice Gebreamlak. “Con esa esperanza, podemos ver su capacidad de recuperación”.

Colombia

En Colombia, Bethany trabaja con refugiados, migrantes y desplazados internos venezolanos que huyen de la situación de crisis social y económica de su país, pero aún experimentan la pobreza, la violencia y en algunos casos la discriminación y la estigmatización.

Lilian y su familia huyeron a Colombia en busca de seguridad y oportunidades económicas. La situación de crisis económica y social ha hecho que encontrar los medios de subsistencia sea una tarea casi imposible en Venezuela. Ella mantiene a su familia trabajando en un puesto de comida en la calle. Elsy, otra refugiada tiene una historia similar. Ella vende café para ganarse la vida, pero sueña con encontrar un trabajo que le brinde una vida mejor y nuevas oportunidades para ella y su familia.

Bethany apoya a madres como Lilian y Elsy a través de ayuda financiera, ayuda legal, apoyo para el embarazo, salud materna y capacitación en habilidades comerciales. El objetivo es ayudar a las madres de familia y a sus hijos e hijas a recuperarse del trauma de su viaje de refugiados y prosperar en sus nuevas comunidades. Los refugiados venezolanos a menudo enfrentan incertidumbre en Colombia, y el programa del Círculo de Mujeres de Bethany tiene como objetivo dar a estas mujeres un sentido de dignidad y estabilidad.

Otra población a la que sirve Bethany son los niños, niñas y adolescentes refugiados que han sido separados de sus familias. José Luis, de 14 años, huyó con su familia a Cúcuta, Colombia, para escapar de la inestabilidad social y económica de Venezuela. Sus padres se divorciaron poco después de su llegada a Colombia, lo que desafortunadamente es algo común entre las familias de refugiados. Debido a las circunstancias de inestabilidad en su hogar, José Luis escapó de la casa de su madre y ahora vive solo.

José Luis encontró ayuda en los Espacios seguros de Bethany, un programa para jóvenes refugiados como él. Ha recibido asesoramiento, vales de comida y otro tipo de apoyo para mantenerse a salvo y empezar a construir de nuevo su proyecto de vida.

Otro caso es el de María Juliana, una adolescente refugiada de 15 años que vino a Colombia a vivir con su novio y su familia. Como refugiada que vive al margen de la sociedad colombiana, ha luchado por obtener ingresos, ya que no tiene documentos legales lo que hace que para ella conseguir un empleo formal no sea una posibilidad real.

Las mujeres jóvenes como María Juliana son extremadamente vulnerables a la violencia, la explotación y la trata de personas. A través del programa de empoderamiento de la mujer de Bethany, María Juliana recibe apoyo alimentario, educación para la salud sexual, asesoramiento y ayuda legal.

Los programas de refugiados de Bethany en todo el mundo brindan alivio, curación y empoderamiento, al mismo tiempo dan apoyo a los refugiados mientras construyen un nuevo futuro para sí mismos y sus familias. Tú también puedes hacer parte del cambio apoyando la labor de Bethany en favor de los refugiados. Con tu donación más ayudas y recursos podrán ser entregados a familias como las de Both, Martha, Lilian, Elsy, José Luis y Juliana. Puedes hacer tu aporte por una sola vez o de manera recurrente en este enlace.